Me perdí en Madrid con la intención de encontrarte. Y para sorpresa de los dos te hice la maleta, no la cama.
Voy conduciendo a 180 y sin frenos, con el viento acariciándome el pelo, la música a todo volumen y repasándome el pintalabios rojo número 20 mirándome en el retrovisor.
Vengo dispuesta, dispuesta a decirte que, en este libro, mi musa soy yo.